200 coches autónomos de Volvo rodarán en China y Londres

Volvo pondrá en marcha el próximo año una experiencia de conducción autónoma en China y Londres, un programa para que los conductores prueben los modelos autónomos en carreteras abiertas y comprueban la fiabilidad y eficacia de estos automóviles.

En China se distribuirán unos cien coches después de que la marca sueca haya terminado de negociar con diferentes ciudades del gigante asiático la viabilidad del proyecto.

A principios de 2017 también pondrá en marcha un programa piloto en la capital británica, el Drive Me London. Un programa que pondrá a rodar en 2018 otros cien coches autónomos con el mismo objetivo de agilizar el tráfico y evitar accidentes.

De esta manera, Volvo quiere demostrar que la tecnología de conducción y las diferentes ayudas que dejan la participación del conductor en una práctica opcional reducirá gran número de accidentes, evitará atascos y disminuirá la contaminación. Además, esta tecnología ofrecerá al conductor la posibilidad de redistribuir su tiempo de otra manera.

Según un estudio del NHTSA, el organismo encargado de la seguridad de las autopistas en Estados Unidos, en 2035 se habrán reducido los accidentes de tráfico en más de un 80% frente a las cifras actuales gracias al coche autónomo. Ya que según se estima, el 90 % de los accidentes de tráfico se deben a errores humanos.

Esta experiencia está enclavada dentro del proyecto Vision 2020, según el cual ninguna persona debe sufrir accidentes en un coche de la marca Volvo de última generación en 2020. El presidente de Volvo Cars, Håkan Samuelsson, que participó en un seminario en Pekín bajo el titular ‘Conducción autónoma: ¿asumirá China el liderazgo?’ dijo al respecto que “la conducción autónoma está en condiciones de mejorar enormemente la seguridad en la carretera” y que “cuanto antes comiencen a circular los vehículos de conducción autónoma por las carreteras, antes empezarán a salvarse vidas”.

La conducción autónoma no solo depende de la tecnología del automóvil, también se necesitan normas, leyes e infraestructura acorde con estas innovaciones. Y aquí es donde entra en juego el papel de las administraciones de cada país.